Cetina en Heraldo viernes dia 20
La representación de la Contradanza llena la plaza de Cetina de magia y fuego
Los vecinos se volcaron un año más con la celebración en honor de San Juan Lorenzo
CETINA. El pueblo de Cetina volvió a congregar ayer a muchos curiosos que llenaron la plaza para emocionarse y aplaudir a los contradanceros y al diablo. Fue el colofón del día de San Juan Lorenzo que a partir de la media tarde se vivió con emoción en casa de los nueve protagonistas.
Para vestirlos y coserles las medías, la careta y el traje, se reunieron madres, hermanas y tías. Vecinos y otros familiares se acercaron a sus hogares para compartir esos momentos de ilusión, de fotos y de nervios antes de la representación en la oscuridad de la noche.
Entre los jóvenes protagonistas había cuatro nuevas incorporaciones, una por cada pareja de baile. Están vinculados a Cetina, y uno de ellos, Leonardo, es hijo de una familia de inmigrantes que lleva años residiendo en la localidad. «Viene a reflejar la realidad de los pueblos de Aragón y de gran parte de España. Somos municipios que hemos recibido a gentes con ganas de trabajar, que se han integrado, y son unos cetineros más», señaló el alcalde, José Miguel Velázquez.
El ritual antes de llegar a la plaza se repite cada año. Los contradanceros van acudiendo a casa del diablo, charlan, bromean, pican algo y van juntos a buscar a la llamada primera vara de la cofradía. En su puerta ya tenía avivado el fuego en el que se encendieron las antorchas. Desde allí la comitiva fue en busca del alcalde, que les esperaba en casa, y siguiendo la tradición acudieron a recoger al cura. Las calles al paso de estos hombres de trajes negros con adornos blancos, y blancos con adornos negros, olían a pez. Arropados por la música, amigos y familiares llegaron a la entrada de la plaza.
Eran las 23.00, momento de cubrirse la cara, de apagar las luces. De aplausos al verlos entrar y silencio al tomar sus posiciones. Era el momento de la verdad, de concentrarse, de encomendarse al santo. La Contradanza había empezado. Una y otra mudanza se iba componiendo y en la memoria de muchos estaba el recuerdo de otras generaciones que la habían bailado con el mismo afán años atrás. Descalzos, ilusionados, para que esta manifestación única y propia de la localidad, en torno a la que cada noche del 19 de mayo se concentra el vecindario, no se pierda. El esfuerzo, el equilibrio, pero, sobre todo, su entrega y disposición la premiaron los asistentes con un aplauso.
Fue largo, intenso, y después, entre el desorden, hubo besos, abrazos y felicitaciones. Entre los contradanceros se vieron también algunas lágrimas de emoción por el recuerdo de seres queridos y a la vez de agradecimiento porque se pudo cumplir con la promesa a San Juan Lorenzo. Finalmente los que conformaban la comitiva volvieron sobre sus pasos, compartieron un picoteo con el párroco y el alcalde y se dejaron llevar por la alegría de las fiestas.
SILVIA LACÁRCEL
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